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Orquesta de refugiados recibe gran ovación

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Orquesta de refugiados recibe gran ovación

Un grupo de ocho intérpretes procedentes de cinco países actúa en el Festival de Música de Besançon, en Francia.
14 Noviembre 2017 Disponible también en:
La orquesta Orpheus XXI se toma un descanso durante los ensayos en el marco de la Salina Real, en Francia, declarada patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

En una lluviosa velada de domingo, en la tranquila ciudad de Besançon, en el este de Francia, unos estruendosos aplausos llenan la sala de conciertos donde ocho músicos refugiados de cinco países diferentes agradecen la gran ovación de la entusiasta audiencia.


Los músicos acaban de finalizar su primer concierto en la sala Kursaal, como parte del Festival de Música de Besançon.

El programa ha acabado con la interpretación por parte de la cantante bangladesí Azmari Nirjhar de la canción de amor afgana "Lili Jaan", compuesta por el cantante Ahmad Zahir, que ya falleció. La evocadora canción data de una época en que el pueblo de Afganistán vivía en paz y libertad.

Los intérpretes, abrumados por la entusiasta respuesta, se sienten músicos de nuevo por primera vez en mucho tiempo.

"Estoy muy, muy feliz porque, después de mucho tiempo, he comenzado mi carrera de nuevo", dice la cantante, Nirjhar. "En Bangladesh, yo era cantante profesional y todo el mundo me conoce. Siempre he añorado ese momento, mi entorno, mi escenario, mis músicos y todos los instrumentos. Hoy ha sido nuestro primer concierto, ha sido fantástico".

Ella y sus compañeros músicos forman parte de la orquesta Orpheus XXI, creación del intérprete catalán de viola Jordi Savall, que fue diseñada para dar a los músicos refugiados la oportunidad de trabajar con miembros de su grupo musical en un repertorio de música oral, vocal e instrumental de sus países de origen. El proyecto es financiado por la Comisión Europea, y apoyado por ICORN (red Internacional de Ciudades Refugio), la Fondation Orange y la Fondation Edmond de Rothschild, en alianza con COOP'AGIR.

Los intérpretes, unos 20 en total, eran músicos profesionales en sus respectivos países, pero se vieron obligados a huir del conflicto o la persecución.

El objetivo de Savall es utilizar la música como un medio de dotar de expresión a las tradiciones de los países de origen de los músicos, integrarlos y restaurar su dignidad.

Los músicos han estado viviendo y ensayando en la Saline Royale, unas salinas del siglo XVIII en la cercana población de Arc-et-Senans, que ahora es Patrimonio de la Humanida de la UNESCO y se usa para eventos culturales y exposiciones.

Anastasia Luniova, refugiada de Bielorrusia que toca el címbalo húngaro, un instrumento de cuerda de Europa Oriental, dice que ha sido la primera vez que han tocado juntos en el escenario. "Ha sido algo mágico", dice. "Estaba un poco asustada pero, de hecho, el público nos está ayudando porque aplauden muchísimo".

Los músicos de la Orpheus, que provienen de una variedad de culturas, interpretan música vocal e instrumental de las tradiciones populares de Siria, Afganistán, Bielorrusia, Bangladesh y Sudán. Entre sus instrumentos están el armonio, así como el kanun, un instrumento de cuerda que se toca punteándolo y el ney, una flauta tradicional, ambos procedentes de Oriente Medio.

"Soy muy feliz y todos los músicos son personas muy, muy agradables", dice Nirjhar.

Luniova dice que la canción que ha cantado es sobre un ave cantora que está lejos de su país. "Cantar le permite recordar a su familia, a su país".

El flautista sirio Moslem Rahal dirigió el grupo para el concierto de Besançon.

"No fue fácil al principio, pero al final fue fantástico, un concierto fantástico", dice. "Soy muy feliz porque a la gente le gusta mucho".

"Se ponen en pie y nos aplauden durante mucho tiempo. Es muy agradable y se ha convertido en un concierto de verdad, y no solo un pequeño proyecto. También son grandes músicos".

Cuando acabó la actuación, miembros del público se concentraron en torno a la puerta del camerino de los músicos, deseosos de hablar con los intérpretes.

"El público les ha brindado una cálida acogida porque ha descubierto nuevos instrumentos y un nuevo repertorio y se ha dado cuenta de que, al final, personas procedentes de países muy diferentes pueden unirse mediante una forma artística que es universal", dice Serge Bufferne, coordinador del proyecto Orpheus XXI.

Dice que estos eventos tienen unos efectos positivos que contrastan con las noticias negativas en los medios sobre los peligros que representa la llegada de refugiados a Europa.

La próxima etapa del proyecto incluirá a niños, y la creación de una orquesta infantil.

Por Céline Schmitt

Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona Reyes por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.